sábado, 19 de abril de 2008

Imaginad.

Imaginad un mundo sin situaciones hipotéticas.
Imaginad como habría sido vuestra percepción del vino, o vuestra historia en él, sin aquellos vinos que os han marcado. Sin aquellos vinos que han supuesto un salto significativo en el modo en que lo veis, lo vivís y lo bebéis.
Cuando comencé a beber vino hubo algunos de ellos que me hicieron preguntarme si el vino, tal y como lo había conocido hasta entonces, escondía más y mejores experiencias. Estaba acostumbrado a ver el vino como algo que se vendía en garrafas y no escondía otra cosa que un líquido de carácter pre-avinagrado. Es comprensible que con estos mimbres aborreciera el vino.
No obstante hace algunos años algunos vinos supusieron para mi un cambio importante, pues eran totalmente distintos a todo lo que yo había probado, si bien, con el poso que deja el tiempo uno es consciente de que no eran vinos como para llevarse las manos a la cabeza. Eran tiempos en los que probé mis primeros CVNE y Pesquera. Posteriormente llegaron otros que plantaron en mi la semilla de la curiosidad y la sensación de que en esto del vino había algo que no me podía perder por más tiempo. Recuerdo las sensaciones que me despertaron los Viñas del Vero Gran Vos y Gewürztraminer, algún Viña Ijalba, El Dorado de Murrieta, Milflores, Marqués de Riscal, Azpilicueta.... Comencé a aprender, paso a paso y en la medida de mis posibilidad. Beber, leer, encontrar algunos foros en los que aun continúo. Incluso recuerdo haberle preguntado desde alguna web a Custodio Zamarra, sin tener ni la más remota idea de quien era este señor.
Pese a todo esto continuaba sin tener claro si todo este aparente esfuerzo de aprendizaje merecía la pena. Llegó entonces un vino que cambió mi forma de ver el vino. Era totalmente distinto a lo que había probado hasta la fecha. Se trataba de un Bürklin-Wolf Riesling Trocken. Supuso un salto cuántico y revelador para mi; un vino totalmente distinto a lo que había probado hasta la fecha. Enorme espinazo de acidez, firme, estimulante...

Después de este ha habido muchos vinos más, pero este vino fue "el primero"; fue aquel que supuso un cambio importante y realmente significativo en mi vida enopática. El segundo fue el enorme López de Heredia Gran Reserva Blanco 1964. Para este, sencillamente, me quedo sin calificativos, pero volvamos al anterior.
Muchas cosechas después he vuelto a beber el vino que supuso para mi un antes y un después, esta vez de la añada 2006. Ahora os pondré la nota de cata correspondiente, pero valga como adelanto que lo he encontrado absolutamente distinto a aquel que someramente os he descrito antes. ¿Él es distinto? ¿lo soy yo? Sí, no, tal vez, no lo sé... Lo que sí es cierto es que ha sido como reencontrarse con aquel profesor del colegio que hizo que te interesaras por una determinada materia y que encaminó, en cierto modo, tu vida futura. Os dejo con la nota de cata:
- Dr. Bürklin-Wolf Riesling Trocken 2006 (11.6 EUR)
Tiene aspecto de aceite de girasol. Fruta carnosa como melocotón, albaricoque y flores blancas, de las que me recuerdan al Galán de Medianoche. Tiende hacia el toque dulce sin llegar a él, con un paso más oleoso y gordo de lo que esperaba y recordaba. Muy agradable con una lubina a la veracruzana. Razonable RCP.

Imaginad, entonces, vuestra vida sin esos "vuestros vinos".

Post dedicado a todos aquellos que luchan por el correcto uso del imperativo, haciendo frente a la inexcusable e inmisericorde plaga del infinitivo.

Nota: La fotografía proviene de la web de Bürklin-Wolf y corresponde al paraje de Kirchenstück. Al fondo, la Kirche y en primer plano, el Stück ;)

8 comentarios:

CUATRO ESPECIAS Por ELENA ZULUETA DE MADARIAGA dijo...

Hola:
Por aquí estoy de nuevo.
Apenas he tenido tiempo ultimamente por motivos de trabajo.
Entre ellos, tuvimos un congreso en Logroño y visitamos las bodegas de Marqués de Riscal y alguna otra más.

Catamos vinos realmente excelentes, blancos y tintos.
También estuvimos en el museo del vino, que realmente nos dejó a todos impresionados.
Y es cierto: la percepción que vamos teniendo de los vinos, va cambiando a medida que vamos catando vinos mejores, y que con ellos, vamos educando nuestro olfato, paladar...
¿quien tomaría ahora un vino de esos avinagrados de los de antes?
Un saludo:
4E

Blog De Vinis dijo...

Quiero decir que me doy por aludido y que agradezco la dedicatoria. Mi lucha contra el "infinitivo apache", como le llama una amiga mía ("decir que...") viene de años y mi acuerdo contigo con el básico (y otros muchos de la bodega) de Bürklin-Wolff, también.
Un saludo!
Joan

José Luis Giménez dijo...

4E: En esto del vino continuamente aprendemos y crecemos, de otro modo no seriamos verdaderos amateurs. Como si fueramos bebés nuestro paladar va evolucionando hasta ir encontrando la línea que nos gusta y aun así puede resultar cambiante por el camino que realizamos al aprender.
Vinos avinagrados ¿de los de antes? Yo sigo teniendo que echarme alguno al coleto. De vez en cuando algún alma bienintencionada me hace probar de alguna garrafa el vino tan bueno que hacen en su pueblo y en fin, intento no decir más que "no es un vino de mi gusto" ante su sorpresa y cara de emoción absoluta por lo bueno que es el vino de su localidad. Cosas de esta España nuestra.

Joan: Dentro de los errores que todos cometemos al hablar y al escribir algunos me despiertan condescendencia, otros ternura (los niños pequeños inventando las conjugaciones de verbos irregulares son de carcajada continua)... pero esto del uso del infinitivo en sustitución del imperativo me causa rechinar de dientes... ¡y afilar de sables! ;) De modo que 'va por vos' que luchais con fe por la educación lingüística de las próximas generaciones.
De B-W sólo he probado este básico y tengo en capilla el Ruppertsberger. Ya os contaré.

Saludos.
Jose.

Blog De Vinis dijo...

Un buen momento, creo, te dará ese Ruppertsberger, amigo Jose.
Y seguimos en la lucha por la corrección lingüística, en mi caso en mi condición biflauta, catalán y castellano!
Saludos
Joan

Anónimo dijo...

Hola Jose L.¡
tienes más razón que un santo, cuando dices que los vinos "te cambian la vida" y que pueden saber distintos a lo largo de los años: yo recibí educación tradicional para señoritas "comme il faut" y el primer vino que me dieron fue un Dom Perignom, para que la niña desde su tierna infancia "ya supiera lo que era bueno.." y después de las inevitables fresas con vino de mi abuela, y pasando por todas las bodegas de Rioja con titulo nobiliario y los Pesquera de los 80 (que todavia eran dignos),y los Palo Cortao, que ahora parece que se están poniendo de moda, nuevamente te doy la razón cuando te siguen haciendo tomar unos caldos...que prefiero que el del Cocido madrileño..
Además y para más inri, decidí cruzar la linea, y meterme en el bando de los que pretendemos (y no he consigo, todavia) vivir sólo y para el mundo del vino.
Si te sirve de consuelo,de más de 300 vinos que pruebo al año, me emocionan como muchísimo, 1 ó 2, pero cuando me encuentro (por fin¡¡) con alguno de estos...es cuando creo que merece la pena el esfuerzo, que siempre se puede aprender más, y que la vida ofrece momentos inolvidables.
Ah¡y lo del uso del imperativo,siempre estás dando en el clavo y no te falta el martillo¡ :O)
Hasta la próxima
Miriam (miriamglez@orangemail.es)

José Luis Giménez dijo...

Hola Miriam,
puestos a elegir también yo habría querido ser educado como una señorita. Entre Dom Perignon y vino de garrafa ¡no hay color! Todavía no entienden en mi familia esta rareza mía de incluso beber el vino en una copa y no en un vaso, como se ha hecho toda la vida.
Por otro lado son muchos vinos 300 como para que todos ellos constituyan un 'golpe en el corazón'. No sé, yo creo que bebo unos 80-100 vinos al año. Casi todos pasables y raro es que alguno vaya al fregadero. Muchos buenos (RCP, ya sabes ;) Me suelen sobrar los dedos de una mano aquellos que llegan a hacerme soltar alguna exclamación de lo bueno que está, pero vinos que me hayan emocionado... quizá únicamente el Tondonia referido en el post, junto a los demás '64 probados aquel día, si bien estos situandose un pasito por detrás.
Saludos,
Jose

Anónimo dijo...

Hola José,

El vino que me hizo intuir que hay mucho, muchísimo más ahí fuera (y de eso no hace tanto tiempo) fue el italiano Le Bèrne. Desde entonces, ando probando y probando, siempre a la búsqueda de nuevas sensaciones.
Y yo también me he sentido aludido en tu dedicatoria. ¡Muerte al "infinitivo apache"!

un saludo!

www.vinogusto.com

José Luis Giménez dijo...

Hola Javi,
pues para otro post dejaremos el maravilloso mundo en el que las palabras tienen género, existen los plurales neutros y las personas, a Dios gracias, sexo. :))))))))
Es la primera vez que leo ese vino que indicas. Me daré una vuelta por Google a ver que veo.
Saludos,
Jose