Continuando con nuestros miércoles vínicos de catálisis, ayer tocó estudiar el efecto de una añada en un vino. La idea se me ocurrió mientras visitaba la bodega de François Pinon en Vouvray, al probar los vinos y encontrarme unos interesantes Moelleux del 2003 y 2005 a la venta. De esta visita hablaré con detalle mas adelante.
2003 la añada de la canícula produjo vinos voluptuosos y que están entregando lo mejor de ellos mismos en los primeros años, ya que como consecuencia de esos calores, la acidez no se mantuvo en los habituales niveles de Vouvray. La 2005 por contra, aunque también sufrió un seco y caluroso verano, no llegó a los excesos de la 2003 y las noches frescas ayudaron a conservar acideces elevadas, resultando los vinos de esta añada realmente magníficos en casi todo lo que he podido probar.
Así pues el experimento era comparar dos vinos del mismo productor, zona, variedades y tipo de elaboración y mostrar el efecto de las añadas, algo de lo que muchas veces hablo en nuestras sesiones catalíticas. La climatología y el efecto de la añada es parte del terroir y pienso que es bonito tener esta variedad entre añadas, mientras algunas bodegas buscan la uniformidad, año tras año, considero positivo poder sentir el año de la cosecha en la copa cuando bebo un vino. Ya sea para bien o para mal.
El Moelleux de 2003 se mostró nada mas servirlo bastante expresivo en nariz, con mucha manzana asada, fruta madura y leves recuerdos de miel, sobretodo frutal. En boca era donde claramente mostraba el efecto del 2003, donde aparecía el dulzor, solo recogido por una amargosidad de fondo, se bebía con facilidad y era agradable y de hecho si no se hubiese comparado con lo que venía después, hubiese merecido buenos elogios por parte de los compañeros… peeeeero, ahi estaba un impresionante 2005 esperando. Comenzó justo al contrario que el anterior, mas cerrado, pero fue destacable la evolución en la copa, donde crecía constantemente. En nariz una piña madura se combinaba con notas cítricas de mandarina y cáscara de naranja, flores blancas, suaves recuerdos de miel y piedra de fondo. En boca la diferencia era notable, este vino se mostraba voluminoso, con una gran acidez y concentración, todo formando una unidad con los azúcares, en equilibrio, con una ligera amargosidad final muy agradable y tremendamente largo.
Charlando con François Pinon, me comentó que el 2003 sería mas del gusto de los españoles ya que tiene una acidez mas comedida. Pues de 9 personas, solo 1 dudó en cual prefería, el resto lo tenía muy claro, el 2005 ganaba por goleada. Los vinos creo que gustaron bastante. Creo que este mundo de los vinos dulces no empalagosos esta por descubrir para mucha gente.
Por si queréis saber los precios, 12€ el 2003 y 14€ el 2005, comprados en bodega, un auténtico chollo para unos vinos de esta calidad.